viernes, 15 de diciembre de 2017

SABOR AMARGO


Hace algún tiempo escribí estas frases a raíz de imágenes impactantes que vi por TV, sobre la inmigración. Dolor y muerte de seres humanos, niños...
Siguen estando (por desgracia) de rabiosa actualidad. 

Como dijo el poeta: Quiero escribir los versos más tristes esta noche.

La noche es tenebrosa, apesta, hiere.
Noche. Sabor amargo.
Lágrimas que ahogan por dentro.
Lucha atroz, sin vencedores ni vencidos.
Presas, hiriendo al dolor.
Temblor, horror y llanto recorre las calles.
Amigo mío ¿no sientes el frío esta noche?
Ella presente en estos tiempos, a destiempo.
¿No la viste? ¿Sólo hoy te fijaste?
Niños ahogados en mares sin piedad.
Tierras habitadas por seres inmisericordes.
Inclementes, sin alma.
Vendieron muerte al diablo.
Intereses egoístas.
Interés del sucio dinero.
Falso, frío, calculador.
Asfixiados en el fango...
Lloremos por todos.
Por estos; también por aquellos.
Los que aún viven.
Los que claman y piden socorro,
piedad, asilo... ayuda.
Hombres, mujeres, niños.
Olor a pólvora.
Antes dorada.
No hay oídos que oigan.
Ni ojos con luz.
Ni boca que diga bien
Sangre de mi sangre derramada.
Con la venia de usted, con la mía, con la de todos.

Montse.G.

martes, 11 de julio de 2017

Poema "Siempre habrá un beso"

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Hay besos que vienen con el viento y
saben a caramelo de feria.
Hay niños que corren descalzos
por una playa cualquiera.
Hay recién nacidos que duermen en paz,
embriagados,
en la intimidad de los pechos
de la madre.
Hay tardes tranquilas
con aromas de café recién hecho.
Todo se mezcla
con los recuerdos
y la soledad de mi noche.
Pero el dolor se fue:
con los besos que vinieron con el viento,
con los niños que corren por la arena,
con el recién nacido satisfecho
y el aroma de café de esta tarde tranquila.

Montse.G



viernes, 17 de marzo de 2017

PADRE MÍO

Pronto hará tres meses que te fuiste. Alguien me envió este poema de alguna parte de internet, hoy te lo dedico, padre. 

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Padre mío”
Padre mío que ya no estás en el pueblo,
padre mío que quizás algún día yo distraídamente amaba,
padre mío que te fuiste por la calle sin ganas,
padre mío que quizás algún día muy discreto me amabas,
por la sangre que nos corría tan brava por las venas,
por las facciones de tu cara que se me borran,
como el grito que ahoga mi pecho,
padre mío!,
por la cicatriz que te partía entera el vientre,
padre mío!,
por tus secretos de la cebolla en los dedos de la madre,
por las tardes tan pálidas en la cocina de su casa,
padre mío!,
por las voces tan confusas de la tarde,
los gritos y los llantos y las terrazas en razia,
padre mío!,
por el olor de gasoil de tu ropa en volviendo del trabajo, padre mío,
por tus sueños que debían de ser tuyos colándose por el fregadero, padre mío,
por mis hermanos colándose por el fregadero,
oh padre mío!,
que reencuentre la memoria, la memoria del padre y del hijo,
la memoria, la gata vieja,
la memoria, oh padre mío!,
el hilo que me ata a tus nombres, a tus manos, a tu cráneo rotundo,
a tu risa que no me gustaba,
a tu vientre partido por la cicatriz del destino,
padre mío!,
que no tenga que quemar nunca más mi memoria, padre mío,
y que no me la tenga que encontrar de improviso nunca más,
disfrazada de mujer despeinada en gabardina y llantos
en una esquina ventosa de Manhattan
cuando yo sólo quería ir a cosechar hinojo pasado el puente de los rojos,
oh padre mío!
Padre mío, que encuentre toda la memoria, padre mío!,
que encuentre intactas mis condenas de niña de siete años,
que encuentre intactos el hinojo y las amapolas rojas
-gallo, gallina o pollo, padre mío? -,
que encuentre intactas tu historia y la mía, juntas, queriéndose, padre mío,
como nunca pudieron ser,
como nunca podrán ser, ahora,
oh padre mío,
padre mío que ya no estás en el pueblo.





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