miércoles, 16 de marzo de 2016

AROMA DE CAFÉ

A partir de esta primera frase, facilitada por un amigo. Gracias.

El aroma de café, evoca recuerdos que la memoria guarda de las tardes tranquilas alrededor de una taza humeante.

El recuerdo de la voz inigualable, única,
se entremezcla con el sonido lejano
de unos niños jugando en el patio de una escuela
y el olor del café recién hecho.
La mirada serena en los ojos tiernos...la sonrisa...
Y otra vez tú, preguntando: ¿Hoy quieres leche en el café?
La tarde insinúa, sugiere...
Y los recuerdos pierden el pudor y vienen despojados, desnudos...
Más que nunca, este aroma invade y alimenta sentires.
La mente añora y el cuerpo se goza en lo imposible.
Se compadece la tarde que acaricia el alma
y cierra los ojos en un letargo placentero.
Los anhelos revolotean y mil besos llegan en el viento.
Besos que envuelven reminiscencias pasadas
y dejan sabor rosado de caramelo de feria.
Como sonrisas de niños descalzos
por la arena de una playa cualquiera.
Como la paz del recién nacido, desparramado,
satisfecho, embriagado...
en la intimidad de los pechos de la madre.
Aromas de jazmín . Ausencia inexcusable.
Pero todo vuelve a su cauce...
Los ruidos aparecen de nuevo.
La tarde tranquila se va, se pierde,
y con ella el brillo de los sueños.
Luego, más tarde, cuando las tinieblas reinen,
volverán de nuevo a colarse por las rendijas del cuerpo.

Montse G.






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